Tal vez si hubiera dicho lo que siento...ella aún estaría.

Recuerdo cómo ella me llamaba cada vez que amanecíamos descalzos entre las sábanas de su cama. Y es que era tan dulce oír mi nombre entre sus labios... Lo pronunciaba sin ni siquiera abrir los ojos, parecía no costarle nada:

- Sergio...  Sergio...

Yo la verdad es que nunca contestaba y tampoco le miraba... simplemente fingía que continuaba durmiendo y ella por vencida, se daba. Mi silencio, escuchar el eco de su voz significaba, por lo que callaba segundos, minutos y horas hasta que el timbre de su voz se apagaba.

Así día tras día, mañana tras mañana, ella mi nombre entre suspiros pronunciaba. Y yo... tan feliz por dentro que quería que nunca parara y por eso jamás le interrumpía... hasta aquel día.

Aquel día su voz ya no sonaba, yo ya no la oía y fue justo en ese momento cuando me giré a ver si la veía... pero ella... ella ya no estaba. Y es que nunca le conté que era por su voz por lo que yo vivía. Nunca le conté que solo por ella dormía, por saber que su voz al día siguiente me desvelaría... 

Ahora no duermo, ni vivo y ni siquiera sé si muero al recordar todo esto. Lo que si sé es que ella se fue por no saber lo que dentro de mi, ocurría. Se fue sin despedirse como el viento en un buen día y lo que más me duele y ella jamás sabrá es que a mi ahora me ha dejado... sin aliento. 


Cuando lo que mas me dolía era no volver a poder escuchar el eco de sus labios en aquella habitación. Todo por no contarle día a día lo que sentía en mi interior.

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